La neblina rozó mi rostro con sus fríos dedos y el
viento con su silbido me llamó, las aves me acompañaban con sus dulces cantos y
ahí en medio de todo y a la vez de la nada me levanté; pero ya no estaba en el
mismo lugar en el que había caído, era otro lugar con un paisaje hermoso donde
las montañas estaban tan cerca, abrigadas por miles de árboles que tiernamente
las protegían y le daban vida, en el horizonte un tono rojizo y acaramelado
pintaba ligeramente al cielo y hacía danzar en él a mis pequeños amigos
cantores, luego bajé levemente la mirada y vi que estaba rodeada por millones
de flores que eran las culpables de aquel dulce
y embriagante aroma y que a su vez se mesclaban con el frío que dotaba
de una frescura al ambiente, y ahí fue que el tono de un hipnotizante canto
captó mi atención y me impulsó hacia él.
Mis pies estaban desnudos, ya no llevaba puesto mis
jeans, ni mi abrigo sino que en su lugar estaba un delicado vestido, blanco y
puro que danzaba a medida que yo avanzaba. Mis ojos, negros como la noche se
fijaron en otros de un dulce verdor, pero esa mirada no duró mucho porque la
persona que estaba frente a mí, se volteó y se apoyó en un cerezo que movía sus
rosas flores al compás de su canto. Todo mi ser intentó llegar hacia él, pero
se vio inmovilizado, a pesar de que toda mi alma quería tocarlo no me pude
mover, y la tristeza de no poder estar con él, embargó todo mi ser, provocando
que una pequeña lágrima se deslizara por mi rostro.
Intenté gritar pero mi garganta no despedía ningún
sonido, me comencé a desesperar, el aire me comenzó a faltar, mi cuerpo se
sentía cada vez más debilitado, oh! y ese canto ese adorable canto que hacia a
mi alma sucumbir se iba alejando de mis oídos, mi vista se iba apagando, el
vestido que llevaba se empezó a manchar con pequeñas gotas rojas, algo en mí lo
sabía, ¡esa era mi sangre! Cuando empezaba a reaccionar y a escuchar unos
gritillos en el fondo, una cálida mano acarició mi mejilla y unos labios
rozaron mi frente, sin saber si era verdad o una parte más de mi delirio pude
escuchar en un susurro como una voz me decía “tu destino es otro, en tus manos
no esta la muerte, pronto nos volveremos a ver”
Sollozos,
rezos, lágrimas retumbaban en mis oídos como tambores amplios y sonoros -Cassandra! Cassandra!! Hija por el
amor de Dios despierta - empecé a escuchar el llanto de mi madre y a pesar de
lo que había hecho mi cuerpo se sentía más ligero que nunca, no me dolía ,
apenas abrí los ojos pude ver las manos ensangrentadas de mi madre y la
expresión de horror en su mirada.
-Calma
todo saldrá bien querida, la ambulancia esta llegando, ¡ay! Mi pequeña Cassie
como te pudiste caer de ese barranco, siempre te he dicho que dejes de estar
tan despistada todo el tiempo, tremendo susto me he pegado y qué manera de
salirte sangre de esa herida en tu cabeza- Intenté moverme pero mi madre me
detuvo –no te muevas querida los paramédicos me han advertido que mientras
espere su llegada no movieras ni un ápice de tu cuerpo- pero es que acaso mi
madre no se daba cuenta de lo que había hecho, ¿No estaba consiente de que me
había intentado suicidar?, intenté recorrer con la mirada el lugar en que me
encontraba y extrañamente no estaba en aquel barranco que se encontraba a las
afueras de la ciudad y el cual había elegido con tanta minuciosidad para que
sea el lugar de mi muerte, no, me encontraba en la colina de mi ciudadela,
aquella colina en la que solía jugar de niña con la bicicleta lanzándome y
gritando a todo pulmón, pero ¿Cómo es que mi madre me había visto, si esta
colina queda en la parte trasera de la ciudadela, la parte menos concurrida? Y
peor aún ¿Cómo había llegado hasta aquí puedo asegurar, que va! Estoy
totalmente segura de que me había tirado desde el barranco había sentido todo,
el viento rafas mientras caía y antes del impacto el shock seguramente había
provocado que me desmayara y delirara, pero estaba tan segura que había muerto,
¿cómo es que estoy aquí al final de esta colina, respirando, con una madre
llorando, y con apenas con un pequeño corte en la frente que si bien emanaba
mucha sangre no era motivo de preocupación? ¡Y esa voz! ¡Esa dulce voz que
había escuchado antes de despertar! ¿A quién le pertenecía?
Ahora si que podía citar a Sócrates con su
famosa frase “sólo sé que nada sé” tenía tantas preguntas en mi mente y ninguna
respuesta, me estaba desesperando, mis latidos se aceleraron y en ese momento
fue que sentí un pinchazo en el brazo – ¡Mamá! –alcancé a balbucear. –tranquila
querida, es un calmante cuando te despiertes te sentirás mejor.
Un
piteo sonoro y molestoso envolvía toda
la habitación lo que provocó que abriera los ojos con cierta molestia, el
blanco del cuarto y las fuertes luces atacaron contra mi córnea provocando que
cerrara y vuelva a abrir lentamente mis ojos, todo se me hizo desconocido tarde
algunos minutos en reaccionar y percatarme de donde estaba. “genial un
hospital” pensé.
-Cassie
querida!! Despertaste!- sentí como se aferró fuertemente a mi dándome un abrazo
tan cálido y conmovedor, ¿cómo pude hacer lo que hice? Que tonta fui…
-el
doctor me dijo que estas muy bien querida, sólo tienes un pequeño rasguño, ay
Cassie cuando estarás prevenida de lo que ocurre a tu alrededor, mi pequeña
niña, cómo es que te fuiste a rodar toda esa colina y qué hacías allá atrás,
creí que esa etapa de aventurera la habías dejado atrás, no te imaginas el
susto que me pegué cuando el pequeño Kyle, el hijo del vecino, me dijo que
había visto un muerto detrás de la colina, toda la ciudadela se conmocionó y
fueron a ver lo que ocurría, cuando te vi ahí desmayada no sabes como se puso
mi corazón, y estaba sola tu padre y hermanos se habían ido a la casa de tu
abuela, ya los llamé tranquila ya están viniendo ellos también se asustaron
mucho.
-Por
supuesto que sí, ellos siempre tan adorables- pensé. En realidad ellos nunca
habían sido el modelo de familia perfecta para mí, mi padre y madre se pasaban
tan ocupados en sus negocios que casi y ni se aparecían por la casa, mis
hermanos John y Ashley habían sido consumidos por la belleza irresistible del
dinero y sus prioridades habían pasado a ser, su apariencia y lo último en
tecnología que pudiesen obtener, por suerte no todos eran así Kathleen la
menor, apenas tenía seis años, era la más consiente, amable, caritativa y linda
persona ella era muy distinta y a pesar de su edad sentía que podía contar con
ella plenamente.
Hasta
ahora mi vida había sido tan superficial, y en sí todo lo que giraba a mí
alrededor parecía querer demostrar que sin dinero no se logra nada y que con este
se podrá tener el tan ansiado “poder”. Cansada de tener una vida miserable, sin
amor, donde todo esta previamente planeado desde el día de tu nacimiento fue
que tomé la decisión de acabar con mi “vida” si así se puede decir, pero por
algún motivo que desconozco todo había salido totalmente al revés, aun estaba
intrigada y confundida es que ¿cómo pude terminar en la colina detrás de la
ciudadela…?
-Cassie!
Despierta, Cassie-escuche un susurro y abrí los ojos, ahí estaba ella, la
pequeña Kathleen con sus mejillas sonrosadas; su cabello castaño, largo con
terminaciones en bucle muy parecido al mio; y con esos ojitos negros con una
chispita de brillo.
-He
entrado a escondidas, me dijeron que estabas dormida y que no te molestara pero
necesitaba verte hermanita- Cómo es que una niña de tan sólo seis años podía
hablar como si fuera una persona mayor y madura, ni la lengua se le trababa al
hablar lo cual me sucedía a mí muy a menudo.
-Cariño
estoy bien, no te preocupes- ella sonrió
ampliamente y me dio un cálido abrazo
-no
sabes como me he asustado, yo sabía que algo te había pasado en cuanto vi esas
sombras negras aparecerse por toda la casa de la abuela- Kathleen desde bebé se
quedaba con la mirada fija en algunos lugares y aunque mi madre no prestaba
mayor importancia a esto, a mi siempre me preocupó saber qué era lo que atraía
tanto su atención pero no fue hasta que empezó a hablar que ella me pudo decir
que a veces veía personas, sombras y ángeles, claro que al principio no le creí
pero tampoco podía encontrar el motivo de que una pequeña niña se inventara
tantas cosas, aunque bien los niños tienen una gran imaginación pero en
definitiva Kath no era de ese tipo de niños.
Cuando
tenía 14 años mi abuelo murió de una embolia pulmonar causada por un pequeño
coagulo de sangre en sus pulmones unos meses después de que le diagnosticaran
cáncer, él era una persona muy generosa, amable, paciente y sabia, siempre me
aconsejó y me supo dar todo el cariño que un abuelo le puede dar a su nieta,
aunque su devoción por sus otros nietos no fuera igual, exceptuando claramente
a Kath que desde su nacimiento nos trajo alegría y sonrisas por montón.
Antes
de morir, mi abuelo me había regalado un caballo al que llamé “Príncipe” pero
todo fue en secreto ya que mis padres nunca quisieron regalarme un caballo por
lo “peligroso” que podía ser, pero mi abuelo sabía perfectamente que montar a
caballo no era nada peligroso si es que estabas entrenada por su puesto y
amabas a tu caballo, mi abuelo siempre dijo que el animal puede sentir el
cariño que le das, puede sentir tus emociones, y aunque no lo creas de la forma
en que lo cuidas y amas él te retribuirá, así mismo cuidándote y mostrándote su
aprecio.
Unos
días después del fallecimiento de mi abuelito, Kath había vuelto a quedarse
mirando al vacío, esta vez le pregunté qué era lo que le pasaba, apenas tenía 4
añitos y con esa voz dulce me contó acerca del pequeño secreto que tenía, me
dijo que lo que tanto había captado su atención era el abuelo que se encontraba
parado ante nosotras, por un momento me quedé sin habla, no lo podía creer y le
seguí la corriente –ah y ¿qué te dice el abuelito?- le pregunté
-me dice que te cuide mucho a ti, que me
necesitas porque yo seré tu fortaleza desde ahora, que cuidemos a nuestra
familia y a la abuelita que ahora se queda sola- me miró con una sonrisa pícara-
Cassie… no me has contado de “Príncipe”- Toda la sangre se me fue al piso,
¿Cómo podía conocer nuestro pequeño secreto? – Él abuelito dice que lo cuides
mucho, que lo limpies y que lo vayas a visitar muy a menudo- Simplemente me
quedé sin palabras empecé a balbucear nerviosamente.
–Ten calma… ¿quieres verlo antes de que se vaya?-me preguntó lo que me
dejó con un signo de interrogación cada
vez más grande.
– ¿Pero cómo?
–Dame
la mano- me extendió su mano y se aferró fuertemente a la mía, cerró los ojos y
me empecé a sentir mareada, todo empezó a dar vueltas y me vi obligada a cerrar
los ojos, un segundo después los abrí y pude ver a un viejito de 70 años con las
arrugas de la risa bien marcadas mirándome fijamente, no puede evitar llorar
ahí estaba mi abuelito mi querido y adorado abelito. Mi hermana me miraba con
esperanza y yo le brinde una cálida sonrisa.
Así
fue como descubrí el maravilloso don que tiene Kath y la he apoyado desde
entonces pero lo más fantástico de todo es que, esta bien había leído mucho y
había escuchado de muchas personas que afirmaban que podían ver gente muerta
pero en definitiva no había escuchado de ninguna que dándote la mano pudiese
compartir sus visiones contigo y además pudiese interactuar con los ángeles
guardianes. Ella me ha dicho que mi ángel guardián es un ser de mucha luz que
siempre esta sonriendo y que además es un ser encantador hermoso como ninguno
de una tez tan blanca y brillante, unos
ojos verdes con pequeños toques grises con un cabello negro, sedoso y
brillante. Ahora recordando todo esto no se por qué pero la descripción de Kath
caía tan perfecta en la imagen de ese hombre que había escuchado cantar en mi
delirio…
"Solamente aquel que es demasiado fuerte para perdonar una ofensa, sabe Amar"